Se tienen datos de personas que eran "maestros de hacer anteojos" en 1656 y posteriormente "graduadores de vidrios y anteojos" en 1786. Ya se reportaba una tienda de anteojos en la capital de la Nueva España en un censo de 1689.
Desde esa época se adaptaban anteojos en lo que más adelante seria México. Con la aparición del primer libro de optometría en 1623 por el Lic. Benito Daza de Valdés en España sobre los anteojos los "graduadores de anteojos" (optometristas) tuvieron las primeras bases científicas de esta profesión.
A través de todos estos años han sido ellos lo que han recetado y adaptado los lentes.
El término de optometrista se empezó a usar en los Estados Unidos de América a partir del principio del siglo XX para diferenciar a los ópticos que realizaban exámenes de los que sólo vendían los lentes.